Compartir es una esencia de la investigación y el conocimiento

Orlando Rafael Serrano Barrera, Jenny de la Caridad Hernández Betancourt

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Resumen

La actividad científica y su producto, el conocimiento, tienen como fin común el mejoramiento, en su más amplia acepción, de la sociedad humana. Tanto para los procesos de investigación, como para los resultados que de ellos se derivan, el intercambio es, además de una necesidad en su génesis, una expresión de altruismo en su destino como bien social.

Por una parte, el desarrollo tecnológico ha permitido que problemas de una magnitud y una complejidad crecientes sean diseccionados por la ciencia. Los investigadores, superando toda perspectiva reduccionista, han optado por estudiar los fenómenos como sistemas, y para ello crean comunidades que no solo consideran cada parte y sus relaciones, sino que demandan y reconocen las perspectivas de otros. Numerosos son los proyectos que nacen ya multinacionales e interdisciplinarios.

Así pueden mencionarse ejemplos diversos, como los trabajos en torno al bosón de Higgs: la extensísima lista de investigadores de uno de esos reportes puede ser consultada en PubMed. (1) Igual sucede con cualquiera de los proyectos de secuenciación o de asociación genómicas; en uno de tales estudios se reconoce, además de los autores, a 298 colaboradores. (2)

Precisamente los proyectos relacionados con la secuenciación del genoma humano han sido un aporte considerable en los esfuerzos que han ayudado a consolidar el modelo de una ciencia hecha en conjunto para el bien común. Los protagonistas del Proyecto Genoma Humano han reconocido entre las lecciones de aquella iniciativa que reunió a más de 2000 investigadores, la necesidad de establecer alianzas y la disposición para compartir los datos en la misma medida en que se obtenían los resultados; para ello se definieron principios y políticas por consenso, sucesivamente, en los años 1996, 2003, 2008 y 2014. (3)

Esta perspectiva interdisciplinaria es el tema de un reciente suplemento especial de la revista Nature, en el que puede leerse, además de algunos rasgos de este enfoque plural, sus antecedentes históricos. (4)

Por otra parte, está el destino final del conocimiento, su divulgación y utilización. Esta es la era de la información, para el servicio de todos. Son incontables las opciones y oportunidades para poner a disposición de los otros aquello que puede ser de utilidad a muchos. Acceso abierto, web 2.0 y 3.0, repositorios, redes sociales y una lista que seguirá creciendo, son términos que nombran los espacios virtuales, a los que se puede recurrir para diseminar contenidos y recursos para la información y el conocimiento.

Sirvan como ejemplos particulares Enlaces compartidos, una iniciativa de la Universidad de Ciencias Médicas de Las Tunas, y el Repositorio de Artículos en Inmunología, de la Sociedad Cubana de Inmunología; se trata de sendas colecciones de cientos de publicaciones a texto completo y libre acceso, de temas más generales o para una especialidad en particular, respectivamente.

Sin embargo, no deben perderse de vista los escenarios presenciales para el intercambio y el debate. Desde un evento científico del más alto nivel, hasta la cotidiana reunión en un departamento, deben propiciarse los espacios para escuchar y para opinar, siempre desde la ética y la tolerancia, pero con la disposición para comentar, discutir, cuestionar, dudar. Evaluemos continuamente, si formamos y aprovechamos una cultura de la polémica en función del desarrollo, si hacemos uso de los recursos que están ya a disposición de todos.

El conocimiento se construye de manera conjunta, es patrimonio de todos y solo se concreta cuando resulta en beneficio colectivo. Tengamos siempre en mente la aseveración de Ernest Hemingway: nadie es una isla.





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